Un poema personal publicado en la revista mexicana La Piraña
ARRECIFE
Banco o bajo formado en el mar por rocas
o poliperos a casi flor de agua
Si bien resulta inconcebible para un ser de las llanuras,
mis costillas quieren recordar a veces algún escondido escollo.
Inventarlo tal vez. Da lo mismo.
Trampa, secreto, accidente y naufragio en devenir
ante las luces que se balanceaban en los cuernos de los bueyes como señuelo y promesa de saqueo
yo me inclino
pues dicha estrategia -si era cierta- concebía la luz como una guía hacia la nada
encumbrando el oxímoron.
Pero la poesía descriptiva es a la realidad lo que las flores al amor:
promesa falsa, ilusión fugaz, verdad ajada de antemano.
Son caprichosas las formas de la asfixia,
pero los arrecifes son anfibios y a veces respiran el mismo aire
que necesitan mis pulmones:
una mezcla de horizonte mesetario y de abismo marino
que todos los mapas desconocen.
Contra los arrecifes, la alta mar: es un bálsamo, un refugio.
Sin embargo, la proximidad de la costa sugiere -contra lo que podría pensarse- una inmensa amenaza mineral.
Por eso, para ir más allá de la certeza de la humanidad acosando las noches,
más allá de la certeza de las pesadillas
en las que las maderas crujen en el choque,
seguir la singladura y alejarse del prójimo
arropándose
en un silencio
indispensable.
Miguel Angel Real
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