El libro que presentamos hoy comienza con dos poemas que delimitan la concepción poética del autor: uno habla de la inspiración, que se impone al presunto desánimo del escritor como queriendo que prevalezca el valor de la poesía sobre el cansancio o la desidia, y el otro es una "Poética" en la que Angel Manuel Gómez Espada nos pide prácticamente perdón por admirar grandes versos y -supuestamente- no ser capaz de emularlos. Nada menos cierto.
Hay una indignación frente al mundo comercial y uniformizado que al imponerse a nosotros intenta despojar a la escritura de su esencia. Y para encontrar refugio ante esa desazón, nada mejor que los homenajes a los grandes, como Jaime Gil de Biedma, que es el destinatario de una "Carta abierta" que alude también a León Felipe y se erige en uno de los mejores textos del libro. La referencia a los famosos versos de Felipe ("Yo no sé muchas cosas, es verdad: digo tan sólo lo que he visto, y he visto que la cuna del hombre la mecen con cuentos") sirve de marco para la humildad del poeta, que denuncia la banalidad que nos rodea con un tono directo, familiar a veces pero siempre justo, para conducirnos hacia la búsqueda de lo esencial: el otro, la poesía, el arte en general.
El autor critica también nuestros egoísmos, que nos convierten en islas y desvirtúan nuestra relación con los demás ("En la cinta de correr"), frente a lo cual no podemos hacer mucho. O tal vez sí: algo tan simple como cerrar los ojos y llevar adelante nuestra capacidad de creación para que no existan las fronteras, por ejemplo.
Rabia, ironía e humor mordaz ("Poema que me sale republicano sin querer") forman una y otra vez una reivindicación de la poesía como un valor fundamental que resiste en esta sociedad liberal y carente de sinceridad.
Hay también, como un eco a esa "pereza" inicial por escribir, cierto fatalismo, porque por mucho que queramos, lo que nos rodea no es más que una sociedad en ruinas, y el poeta no es ni mucho menos un demiurgo. Este sentimiento lo corrobora una de las muchas citas que acompañan los poemas: dice Juan de Dios García que hay que "escapar antes de que la realidad nos detenga y nos pudra". Ambivalencia humana: querer huir, pero hacerlo a través de la "Ventana de emergencias" en que se convierte la poesía y, sea como sea, dar fe de nuestra esperanza al escribir.
En todos los poemas prima la certeza en el análisis de los sentimientos y de las relaciones (con la vida, con los otros, con el otro). A ello contribuye una expresión clara, directa y sincera, sin circunloquios: un estilo que, volviendo a los grandes, recuerda en ocasiones a la inmediatez de Luis Felipe Comendador, al que precisamente el autor dedica un poema. Y es esa visión del mundo -descarnada pero precisa, acerada pero lejos de culquier sensiblería -lo que transforma este libro en un auténtico placer.
Ángel Manuel Gómez Espada. Ventana de Emergencias. Huerga y Fierro, 2018
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