dimanche 20 décembre 2015

La tradición, o justificar lo injustificable

Después de haber sido condenada a 5.000 € de multa por sus declaraciones sobre la homosexualidad (que según ella "es una abominación"), Christine Boutin ha respondido diciendo que esas ideas se basan en la tradición cristiana. Del mismo modo, Nadine Morano explicaba que Francia era un país tradicionalmente de raza blanca.
Lo abominable es precisamente escudarse tras "la tradición": una estrategia demasiado simple que revela la ausencia de reflexión y niega el espíritu crítico tan necesario en nuestra sociedad actual. Podríamos responder que durante siglos, ha sido tradicional para la iglesia católica torturar y quemar herejes; que los salafistas excusan la obligatoriedad de la burqa recurriendo a una visión rigorista y 'tradicional" del Corán; que en la historia de la humanidad la religión ha sido tradicionalmente utilizada para comenzar guerras e invasiones, o que en España es tradicional torturar al Toro de la Vega. Y así hasta la extenuación.
Yo diría que "las cosas son así" es una frase de destrucción masiva porque es la definición perfecta del rechazo del otro al negar la existencia de cualquier pensamiento que pueda alterar una rutina ideológica que ninguna explicación racional justifica. "Aquí siempre ha sido así" es la definición de la miseria intelectual que lamentablemente parece inundarnos.
Respetar las ideas del otro -políticas, sexuales, religiosas- exige un esfuerzo de adaptación y de comprensión, y una humildad de la que carecen Boutin, Morano y tantos otros. Humildad, puesto que cuando uno se dice que solo sus ideas son las correctas, en realidad está erigiendo un monumento a la pretensión. ¿Quién nos dice que lo que pensamos es cierto? ¿Por qué cerrarse a otras maneras de ver el mundo? Falta de humildad igualmente ya que hacer de la tradición una base filosófica es negarse a buscar las raíces de la intolerancia: ¿qué tiene de abominable la homosexualidad? Si se deja de lado la comodidad en que nos sitúa la "tradición", apuesto a que la señora Boutin y todos los homófobos de la tierra no pueden darnos una sola razón lógica para justificarse, a parte de algún que otro sinónimo de frustración, de incomprensión o simplemente de odio irracional. en resumidas cuentas, un miedo a lo "diferente" (sin preguntarse: diferente de qué? ¿de quién?), una frase del estilo "no, si a mí que cada uno haga lo que quiera" proponiendo al mismo tiempo una sonrisa de medio lado hacia los "raritos",etc.
¿Quién somos para juzgar? No deberíamos ser capaces de pensar en algo tan simple como que para que dos personas puedan acercarse a la felicidad hay muchos otros caminos que la "tradición" a la que hace referencia Boutin?
Tradicionalmente la humanidad ha utilizado su ingenio para idear maneras de excluir y de hacer daño. Eso es lo intolerable. Limitémonos a pensar que somos todos iguales; y como por lo visto para algunos no es tan sencillo, esforcémonos para crear las condiciones ideales para construir una sociedad en la que cada uno pueda vivir como lo entienda. Basémonos para ello en el respeto indispensable del otro, pues la libertad de ser y de pensar es inalienable y no debe ceder ni un ápice de terreno al resquemor de los que quieren instigar a la exclusión basándose en algo tan subjetivo como una creencia religiosa.
Siempre y cuando la interpretación de las escrituras -Biblia, Corán, Torah- nos lleve hacia un dios que exterminará a aquellos que no vivan según nuestros propios códigos (y el Antiguo Testamento abunda en ejemplos de este tipo), personajes como Boutin seguirán expresando opiniones tan despreciables. Y hablando de sagradas escrituras, digo yo: ¿cómo compaginar el "amaos los unos a los otros" y el "que tire la primera piedra quien esté libre de pecado" con tanto mensaje de odio?
Que la creencia en la validez o no de la "palabra divina" ceda su lugar a una cultura filosófica digna de ese nombre. Leamos menos encíclicas y más pensadores del siglo de las luces y abandonemos de una vez la falsa seguridad que nos otorgan "tradiciones" injustificables.

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