lundi 25 janvier 2016

La "jungla" de Calais. Un ejemplo de la miseria y de la indiferencia en la que vivimos, del egoísmo de nuestra sociedad que ve en los emigrantes el chivo expiatorio perfecto para refugiarse en la mediocridad de la que hablaban los artículos a los que hacía referencia antes.
Una sociedad que se repliega en sí misma, en la que todos estos medios de comunicación y redes sociales (gracias Alejandra por tu interesante enlace), en vez de impulsarnos hacia la curiosidad y el conocimiento mutuos, parecen contribuir a un aislamiento cada vez mayor y a una desprecoupación por los problemas del otro.
Los incidentes que han tenido lugar en Quimper este fin de semana son una prueba más de ello: una manifestación pacífica de apoyo a los emigrantes enfrentándose a un grupo de intolerantes cuya teoría es el colmo del embrutecimiento: encerrarse en "lo nuestro".  Un "nuestro" que se vuelve rápidamente absurdo; me explicaré.
Hagamos por un segundo una serie de hipótesis para demostrar la ignorancia (y el odio) de algunos: "la France aux français" significa excluir a todos aquellos que no son franceses. O a los que no han nacido en Francia. Eso significaría, supongo, dejar de lado a todos aquellos que en un momento de la historia han llegado a este país... ¿Pero desde cuándo? O existe un tiempo a partir del cual cerramos nuestros ojos, porque nos conviene? ¿porque "antes no era así", "porque es que ahora es diferente"? (excusa suprema para no pensar). Me refiero especialmente a ciertas personas que tienen un apellido de consonancia extranjera y que deberían pensárselo dos veces antes de decir tantas estupideces sobre lo que es "francés". Pero no solamente, claro. Tener un apellido francés o bretón "de pura cepa" no justifica nada, por supuesto.
Después, siguiendo con esa lógica, hay personas que piden que la Bretaña sea para los bretones. Seamos coherentes pues: que Quimper sea de los "quimpérois". ¿Por qué no? Y que en mi barrio solo vivan los que han nacido en él y nadie más. Y así, seguir en esta reducción al absurdo hasta darse cuenta del egoísmo insoportable que acarrea esta idea: que junto a mí no viva nadie porque mi odio habrá excluido a todo aquel que no piense como yo.
Y es que una vez más, ser humano es el único objetivo que debe motivarnos, sin distinciones...

1 commentaire:

Alejandra Real Carretero a dit…

Pues sí, a menudo caemos en el absurdo, en la contradicción y en la hipocresía.

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